viernes, 30 de septiembre de 2016

Writing's on the Wall | Capítulo 2


Buenas noches criaturas hermosas, ¡de pronto mis vacaciones han terminado!

¡He empezado las clases! Y creedme si os digo que en verdad tenía ganas de hacerlo, porque he sufrido mucha angustia estas últimas semanas con un problema que tenía con la matrícula la cual no me dejaba entrar, casi lloro. Además de esto, ¡pudieron arreglar mi vago PC! Así que es un 2x1 que pienso aprovechar regalando un nuevo capítulo de "Writing's on the Wall".

Disfrutadlo~

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CAPÍTULO 2

Dejó la chaqueta colgada en su silla y sacó el bote de leche de plátano que había encontrado en su bolsillo justo antes de ponerla a lavar. A la jovencita le costó más de lo que pensaba que la mujer accidentada confiara en ella, ¿tanta pinta de macarra tenía? Se rascó la cabeza con la punta del bolígrafo y dejó el botecito sobre la mesa, mirándolo como si esperara a que este le respondiera con algo significativo y muy importante. El silencio de la pequeña sala era simplemente interrumpido por el incesante “tic-tac” del reloj que tenía junto a sus libros como estudiante de primer año en medicina, aunque más que un reloj que servía para dar la hora, era el tope que utilizaba para que los gruesos volúmenes de libros no cayeran constantemente sobre la mesa. Jinmyung se había ganado a base de esfuerzo y dedicación una pequeña sala para ella sola donde solía estudiar y repasar sus apuntes antes de los exámenes; encontraba la carrera de medicina agotadora, pero sus padres siempre le habían inculcado que ayudar a las personas era un acto muy hermoso, así que siguió los consejos que le dieron y ahí estaba, frente a una hoja de papel con algunos ejercicios impresos en ella para que los resolviera en el tiempo establecido.

Lamentablemente no había podido dormir muy bien, así que su concentración no estaba dando ningún fruto.

   —Gracias, me apetecía mucho— una mano masculina agarró el bote de leche de plátano, dejando desconcertada a Jinmyung.
            —¡Ah! ¡Eso no es para usted!—.
            —¿Entonces para quién es?—.
            —Es para… bueno, es de alguien—.
            —Es tuyo—.
            —No es mío—.
            —¿Entonces lo robaste?—.
            —¡N-No lo robé!—.
            —Entonces lo compraste—.
            —Tampoco lo compré…— la joven suspiró bajando la cabeza mientras escuchaba el sonido del plástico que envolvía la pajita siendo roto —¡he dicho que no se lo puede beber!—.
            —Tienes que mantener contentos a tus superiores rubita—.
            —¡Doctor Kim! No me llame así…—.
            —Entonces déjame beber esto, tengo mucha sed. La guardia nocturna me deja muerto—.
            —Si estuvieras muerto no estarías aquí, sino en una nevera— la voz de Shinhye interrumpió la estúpida discusión, agarrando de nuevo la mano del doctor Kim como si quisiera romperla— ¿qué te ha dicho Jinmyung? ¿Acaso eres un crío de cinco años?—.
            —Ah, ¡ah! Está bien, toma— el hombre alargó el botecito y la castaña lo tomó, soltando al doctor Kim —qué carácter…—.
            —Vete—.

El hombre no rechistó, simplemente se colocó bien su bata blanca y abrió la puerta, chocando ligeramente con una mujer que iba a entrar.

   —Discúlpeme señorita—.

• • •

Miró el inmenso edificio, dejando su vista clavada en el cielo. Las nubes daban la sensación de que la fachada iba cayendo lentamente sobre ella, como aquella sombra que siempre la perseguía. Cerró los ojos disfrutando del viento, algo más cálido que el de ayer; en sus manos traía una chaqueta de color gris perla, muy cómoda por cierto, más que la suya propia. La muchacha del hurón le dijo que si la buscaba en el hospital la iba a encontrar entre las chicas que atendían en recepción, pero estas negaron diciendo que no la habían visto en lo que iba de mañana.

   —Oh espere, creo que Jinmyung está en el segundo piso, cerca de las habitaciones privadas, pruebe en la puerta 210— Hwayoung agradeció encaminándose hacia las escaleras que conducían al segundo piso; volvía a llevar los tacones así que sus pies rápidamente volvieron a quejarse.

Cuando llegó al pasillo principal, se guió por los números de las puertas repasando una y otra vez el nombre que la muchacha le escribió en un papel cuando se despidieron después del intercambio de chaquetas. “No me quedaré tranquila sabiendo que se está muriendo de frío, acéptela, y mañana puede devolvérmela si me busca en el Hospital Nogul, soy una de las enfermeras recepcionistas”. No hubo forma de decirle que no hacía falta, que mojando su chaqueta con agua esa mancha se iría, pero se quedó con la palabra en la boca cuando la muchacha empezó a correr de nuevo tras su hurón que todavía andaba suelto.

Puerta 210 — Kim Jinmyung

Dentro se escuchaba una pequeña discusión, ¿habría llegado en mal momento? La única manera de saberlo era llamando y esperando a que alguien abriera la puerta, pero antes de poder acercar sus dedos a la madera un hombre con bata blanca chocó contra ella, haciéndole retroceder unos pasos.

   —Discúlpeme señorita—.
            —Culpa mía, perdone— Estuvo un rato mirando la puerta semi-abierta, le costó entrar, siempre le daba vergüenza dar el primer paso —perdonad la intro…misión— ambas figuras se giraron hacia ella y la morena tuvo que tragar saliva, su boca se había secado de golpe —s-solo venía a recuperar mi chaqueta—.
            —¡Ah sí!— Jinmyung se levantó como un rayo —la llevé a la lavandería que tenemos aquí en el hospital, fíjese, ¡ha quedado como nueva! El único problema es que ya puede despedirse de la leche de plátano que había en su bolsillo…— la joven miró de reojo a la doctora que sorbía feliz y esta se quedó quieta como un ratón muerto en cuanto se dio cuenta que estaba siendo el centro de atención —supongo que la doctora Park tenía hambre—.
            —¿Esto es tuyo?— la aludida simplemente pudo alargarle el bote casi vacío con la mano llena de temblores —pensé que era de Jinmyung y por eso me lo estaba bebiendo—.
            —¡Muy bonito doctora!—.
            —¿Te lo quieres acabar?— Hwayoung negó con la cabeza mostrando una ligera sonrisa.
            —Gracias por tu chaqueta, ¿cuánto te debo por el servicio de lavandería?—.
            —No me debe nada, al personal nos sale gratis— la rubia aceptó su chaqueta acercándose a la más alta para colocarle la suya sobre sus hombros. Shinhye estaba odiando mucho esa situación —abríguese bien que las temperaturas bajarán estos días—.
            —Acepta esto, por favor— de su cartera sacó dos billetes de 50.000 wons cada uno y los plantó en la mano de la joven, sonriéndole —por las molestias causadas—.
            —¡N-No puedo aceptar tanto dinero!— los billetes volaron al suelo debido al choque de manos —¡doctora ayúdeme!—.
            —¿Qué quieres que haga yo? Es de mala educación no aceptar un regalo por parte de un paciente—.
            —¡Pero eso no es un regalo, es dinero!—.
            —Jinmyung, ¿con qué cosa compras tú lo que necesitas para vivir?—.
            —…¿con dinero? —.
            —Entonces ya tienes la respuesta, acepta esos billetes o te voy a castigar copiando información de la enciclopedia sobre medicina antigua—.
            —No, esa enciclopedia no— rápidamente la muchacha se arrodilló para recoger los billetes y se fue de la estancia haciendo reverencia tras reverencia, agradeciéndole a la mujer por su tan generoso gesto.
            —Yo también me iré, tan solo vine a buscar lo que es mío— Hwayoung se acomodó mejor la chaqueta sobre sus hombros y suspiró haciendo una ligera venia frente a la mayor —cuídate y que vaya bien tu día—.

El corazón de Shinhye comenzó a latir más rápido, sus ojos se dirigieron a la mano que seguía sosteniendo el bote viendo como esta temblaba de forma exagerada. Tragó saliva, ¿qué demonios le pasaba ahora? Dejó con premura los papeles que había traído para Jinmyung sobre la mesa y cerró la puerta al tiempo que terminaba la bebida, sorbiendo hasta encontrar una papelera de camino. ¿Dónde se había metido esa mujer? Tocó insistentemente los botones del ascensor, pero cuando vio que este tardaba demasiado en moverse decidió bajar las escaleras de dos en dos, tropezando con sus propios pies en el último peldaño. Literalmente voló hasta caer frente al mueble de recepción, asustando a las enfermeras que corrieron a socorrerla.

   —¡¿S-Se encuentra bien?!—.
            —Sí, ¿dónde está Hwayoung?—.
            —¿Quién?—.
            —La mujer que vino a ver a Jinmyung—.
            —Ah, ya se ha ido… Hace cinco minutos que se fue con un taxi— Shinhye agarró su bata por la zona del pecho y frunció el ceño, ¿por qué era tan frustrante ese sentimiento? —¿de verdad se encuentra bien? Está muy pálida—.
            —Sí… ¿dónde está Jinmyung?—.
            —Acompañó a un paciente al baño—.

La mayor tenía que aprovechar esa oportunidad, conocer más de Hwayoung a través de la jovencita enfermera, tenía que aprovechar aquella inocencia con la que explicaba las cosas, Jinmyung desprendía una ternura que podía serle muy útil para acercarse a la mujer. Maldita chica extrovertida. La única duda que no conseguía resolver era por qué de repente estaba despertando su curiosidad por la mujer; detestaba sentir la mezcla de euforia y frustración dentro de ella como si su sistema límbico estuviera desbocado, era algo que la dejaba vulnerable y no le gustaba.

• • •

Tomó a la menor por los muslos y la levantó con facilidad, dejándola sentada sobre el tocador de Hwayoung. Debido a la brusquedad de sus movimientos los botes de cosmética y otros productos cedieron a las zarandeadas del mueble, cayendo rápidamente al suelo, rebotando en algún que otro objeto cercano antes de que algunos cedieran al impacto; el suelo quedó hecho un desastre, pero a Adam no le importó. ¿Cuánto medía esa chica, 1’58? Como mucho medía 1’60, la altura perfecta para la mente retorcida del hombre. Todos en aquella casa sabían que Adam engañaba a Hwayoung incluso antes de que ambos decidieran casarse, era un tema que todos conocían pero que a la vez todos ignoraban si se daba el caso de que algún superior de la familia les pedía explicaciones. Adam había enseñado bien a sus mayordomos y criadas el callar a cualquier pregunta que no fuera estrictamente de su trabajo; si no les preguntaban cosas sobre la limpieza o lo que estaban preparando para cenar, todos se hacían los estúpidos.

   —Lo están haciendo de nuevo, retírate— Hwayoung estaba apoyada en la pared del pasillo, cerca de la puerta de la habitación que compartía con Adam. Cuando la criada escuchó sus palabras solo pudo retirarse dando marcha atrás sin hacer ningún ruido, dejando a una desconsolada mujer arrodillada en el suelo con ganas de llorar. ¿Si tanto se querían ese par por qué era ella la que siempre tenía que pagar los platos rotos? Miró las puntas de sus pies descalzos, moviendo los dedos como si eso pudiera distraerla y llevarla a un mundo mucho mejor donde nadie la trataba mal y todos la querían.
            —¿Por qué no estás con mi hijo? Deberías intentar tener hijos pronto, necesito que te quedes embarazada y lo sabes— la madre de Adam se acercó a ella tomándola del brazo con brusquedad, Hwayoung no tuvo más remedio que alzarse —entra—.
            —No puedo— los gemidos de la pareja se escuchaban entre golpes contra la pared —está… ocupado—.
            —Debe de estar durmiendo— mintió la mujer despegando el oído de la puerta —es tu culpa que esté haciendo estas cosas, ¿lo sabes, cierto? Si no satisfaces a mi hijo como es debido deberé echarte de esta casa. Menuda familia me ha tocado mantener, una enferma mental muerta y otra de viva, ¿hay algo que se te dé bien aparte de andar como una alma en pena por la casa?—.
            —Lo siento— delicadamente puso una mano sobre su vientre y lo acarició —procuraré cumplir pronto con mi deber—.
            —Bien—.

Hwayoung había sido confiada por sus padres en casa de los Park, tenía todas las comodidades que una princesa podía pedir: un personal de servicio excelente y decenas de habitaciones para ella sola, pero ella siempre había sido la hermana inestable, la más enferma de las dos. Sus padres pensaron que vivir junto a su prometido ayudaría de algún modo a que fuera más abierta con la gente, pero la morena cada vez se sentía más despreciada e inservible al lado de aquella tóxica familia. Fue ella la que propuso una cena familiar a la semana, era la única manera que tenía de no desmoronarse, de hacerles entender a sus progenitores que nada de lo que habían planeado iba bien. Para su mala suerte el dinero iba antes que su persona, así que tampoco encontraba ningún tipo de confort durante las cenas.

Contrario a lo que muchos pensaban, la muchacha sí que se había quedado embarazada, pero no estaba dispuesta a ser considerada la perra de la familia que solo estaba allí para dar a luz, por lo que tan pronto como pudo abortó con la excusa de irse de vacaciones con su hermana, aferrándose a la poca valentía que le quedaba.

   —Saldré un rato— comunicó a una de sus criadas.

Su camino siempre solía ser el mismo, Hwayoung tenía el sentido de la orientación estropeado desde que nació, así que cuando salía de su casa normalmente paseaba por el camino de piedras que conducían a uno de los parques más cercanos al centro de la ciudad. El ajetreo en las calles todavía era considerable, quizás incluso más que la noche anterior. Esta vez decidió pasar por un atajo que ni siquiera sabía hacia dónde la llevaría, solo por probar, para ver qué pasaba si seguía el camino de farolas que desprendían una cálida luz amarillenta. Había una que parpadeaba, pero cuando se fijó más en la luz que salía cual código morse, se dio cuenta de las pequeñas partículas que empezaban a caer. Estaba nevando.

“¡Mira mira, está nevando!” la imagen de su hermana se plasmó frente a ella al recordar que su secreto viaje había coincidido con unas temperaturas similares a las que se estaban dando en aquél momento, así que su recuperación en Gwangju también fue entre copos de nieve.

   —¡Hola!— un grito le hizo girarse y caer al suelo —Dios mío, ¿se encuentra bien?—.
            —Ah, eres tú…— Jinmyung llevaba entre sus brazos al hurón que olisqueaba curioso el cabello de Hwayoung —debes dejar de acercarte a la gente de esta manera, me provocarás un infarto— por instinto dejó una de sus manos sobre su pecho, respirando algo más tranquila al sentir que su pulso se iba estabilizando.
            —Discúlpeme, no quería asustarla, es que la vi y pensé en agradecerle el que me diera ese dinero, mire, pude comprarle un collar a BingBing— la muchacha levantó a su mascota enseñándole la placa que colgaba del cuello del animal y la mayor sonrió —¿suele pasear mucho por estos caminos? A mí me da algo de miedo ir sola…—.
            —Es la primera vez que paso por aquí— confesó intentando levantarse —necesitaba que me tocara el aire—.
            —¿Ayer también lo necesitaba?—.
            —Ayer simplemente quería regresar a casa a pie— La morena suspiró —eres muy preguntona—.
            —Perdone, no fue mi intención el molestarla… oh, ahora que la encuentro, ¿podría darme su número de teléfono?—.
            —¿Para qué quieres mi número?—.
            —B-Bueno… es que pensé que podríamos quedar algún día para tomar algo, ya sabe, no es como si la doctora Pa…— Jinmyung se giró escondiéndose tras una farola.
            —¿Quién?—.
            —Nadie, solo quiero ser su amiga, me cae bien y se la ve demasiado sola, ¿no tiene novio?—.
            —En serio, eres muy preguntona— Hwayoung se acercó cojeando ligeramente —apunta—.

La mayor no tenía amigos, pasaba gran parte del día sola, soportando las humillaciones de la familia Park. Ni siquiera podía salir sola a la luz del sol, por lo que había empezado a encontrarle el gusto a pasear de noche, pero eso sí, siempre por zonas concurridas para evitar sustos mayores. La mujer no era tonta, sabía que Shinhye tenía algo que ver en todo aquello, ella no creía en las coincidencias del destino sino en aquellas que la gente planeaba intentando que se vieran naturales; quizás no la conocía muy bien, pero se había fijado en aquellos temblores de su mano y podía hasta jurar que se había puesto nerviosa. Sonrió, le pareció divertida esa reacción.

            —Venga, la llevaré a tomar algo—.

4 comentarios:

  1. Está siendo demasiado buenos este fic, y eso que solamente llevamos dos capítulos. Siento una fuerte angustia por Hwayoung, no se merece pasar por algo así, nadie se lo merecería. Shinhye y Jinmyung se me hacen extremadamente adorables y divertidas, estoy segura de que nos traerán muy buenos momentos.

    Ya estoy deseando que llegue el siguiente capítulo. De momento Hwayoung me trae muchos feels; ojalá tome las riendas de todo en algún momento y haga que los Park paguen por esa malvada actitud.

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    1. Ajumma desde el caca wifi de su universidad4 de octubre de 2016, 9:11

      Me alegro que el fic te esté gustando tanto, de verdad que me emociona ;///; más sabiendo que es una couple tan rara y desconocida (e inquietante (?)). Próximamente vendrá el capítulo 3 y con él muchas incógnitas, no me tires piedras eh (?)

      Gracias por comentar <33

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  2. ¡Muy buenas!

    Me han dado muchas ganas de matar a la familia con la que está viviendo Hwayoung, tsk... Espero que pronto desaparezca de allí antes de que acabe por volverse loca.

    He tardado un poco en poder leer el capítulo a pesar de tenerle ganas, pero no tenía ni tiempo para respirar. Me voy a por el tercero. (?)

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    1. Lamentablemente señorita la familia no desaparecerá así como así, sino no puedo hacer sufrir a Hwayoung como Dios manda (?) Aunque logré mi propósito: todo el mundo los quiere lapidar (?)

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