lunes, 19 de septiembre de 2016

Sal de Naranja | Capítulo 1


Buenos días caramelos de chocolate~
¿Creíais que "Black Swan" sería la única primicia? Publiqué los prólogos de estos dos FanFics al mismo tiempo, así que quiero que sigan creciendo juntos. ¡El primer capítulo de "Sal de Naranja" ya está aquí! Disfrutadlo mucho porque a la próxima habrá más y mejor.

¡Y por primera vez en mucho tiempo, os presento un FanFic con títulos en sus capítulos! Me estoy modernizando~

Prólogo | Capítulo 1 | Capítulo 2

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CAPÍTULO 1 — Un mal día

Con mucha tranquilidad la mujer vendó la muñeca quemada de su aprendiz, mirándola con el ceño fruncido como quien se mostraba decepcionado por algo tan simple como era hacer una tortilla. Suspiró tragando saliva y le dio unos toquecitos en la zona herida, levantándose del suelo.

   —¿Mejor?— La menor asintió, escondiendo sus ganas de llorar —¿duele mucho?—.
            —N-No es eso… Es que no quería hacerle perder el tiempo—.
            —Bueno, si estuviéramos en plena temporada alta y el restaurante estuviera a rebosar de gente, quizás te pongo una simple tirita en la quemadura y te castigaría pelando cebollas toda la noche, pero te has salvado por los pelos—.
            —¿Q-Qué…?— La menor comenzó a llorar cubriendo su rostro.
            —¡E-Era broma! Ay por Dios Yerim, no te lo tomes todo tan en serio, nunca me enfado por si un trabajador se hace daño, todos nos podemos equivocar en un momento dado— la mayor despeinó ligeramente el flequillo rubio de la menor y esta se secó las lágrimas con rapidez, mirando su muñeca vendada —igual te recomiendo que cuando llegues a casa te pases por el hospital, preferiría que te lo miraran bien, ¿entendido?—.
            —Sí jefa—.

La mayor sonrió entrando en la cocina seguida de la pequeña Yerim, la nueva chica en prácticas, la cual rápidamente volvió a su puesto, hablando con uno de sus compañeros que preguntaba por su muñeca herida. No entendía cómo había podido ser tan torpe cuando llevaba haciendo tortillas prácticamente desde que nació. Suspiró, alzando la vista de su trabajo cuando la mayor dio un par de palmadas al aire.

—Bien chicos, como ya sabréis, hoy tenemos una boda, por lo que el banquete tiene que ser inmejorable. No solemos hacer estas cosas pero siendo la hermana de Chadol no podía decir que no— la mujer sonrió, atrayendo las miradas hacia el aludido —una vez más, felicidades—.
            —Gracias jefa— el chico hizo una suave venia y la mayor prosiguió.
            —Además de esto, entre los invitados hay un crítico de cocina, por lo que quiero que todo salga perfecto. Si la crítica sale positiva, os invitaré a todos a una ronda de alcohol, excepto a ti Yerim, que te invito a una Coca Cola— la cocina se puso a reír, dejando a la rubia roja como un tomate —venga pues, ¡todos a trabajar!—.

Un grito en conjunto se escuchó por toda la cocina y la mayor salió, abriendo las puertas para recibir a los primeros invitados de la boda que habían llegado. Reverencia tras reverencia, apretón de manos tras apretón de manos, sonrisa tras sonrisa, y nadie parecía que fuera el crítico; eso era molesto, la dejaba ansiosa y nerviosa, y sabía que su rostro no la iba a traicionar, pero sí que lo harían sus manos. Todo el mundo comía bien, nadie dejaba nada en el plato, eso era una buena señal, y cuando la música comenzó a sonar, el restaurante se volvió una especie de volcán en continua erupción. Algunos presentes no bailaban, simplemente charlaban, bebían, comían o toqueteaban su teléfono móvil, otros en cambio parecían ser poseídos por la música, en especial la novia, que tenía una forma muy particular de bailar. El coro de gente empezó a aplaudir, animando a la pareja de novios a que siguiera bailando y divirtiendo al público, se les veía felices… pero toda la animación que la mayor tenía en su cabeza fue disipada cuando unos toques insistentes a la puerta le hicieron abandonar el comedor.

   —¿Sí?— Una muchacha alta y de redondas mejillas se presentó frente a ella con una nerviosa venia, evitando en todo momento mirarla a los ojos.
            —V-Vengo del restaurante de aquí al lado… mi jefa pregunta si podríais bajar la música, estáis molestando a nuestros clientes— la menor tragó saliva, jugando con sus sudados dedos bajo el corto delantal rojo.
            —Oh, claro, ¿por qué no?—.
            —¿De verdad?—.
            —Lo siento, pero no, estamos en medio de una boda y quitar la música sería como echar a la gente del lugar, dile a tu señora jefa que si quiere que baje la música, que venga ella misma y la baje—.

La joven se rindió bajando la cabeza y casi corriendo a su lugar correspondiente mientras que la mayor simplemente hizo caso omiso y subió todavía más el volumen. La noche se hizo eterna para los vecinos, realmente eterna.
• • •
“Una cena casi perfecta.

Ayer estuve cenando en el Restaurante Máscaras de Luz, un sitio exótico sin duda, dueño de todas las sales que puedes llegar a imaginarte, con un servicio excelente y una comida digna de reyes. Estuve invitado a una boda y me pareció una oportunidad de oro el poder comer en un sitio como ese, del cual había escuchado verdaderas maravillas. Hasta aquí bien, nadie tuvo ningún tipo de problema con la comida ni con el personal que les sirvió, pero hubo algo que me molestó ligeramente, y esta fue la señorita Son, la dueña del lugar: una chica con mucho potencial, pero también con una personalidad demasiado altiva y presumida.

Justo al lado de su restaurante se encuentra otro un poco más modesto y pequeño, bastante nuevo en la ciudad y que —por lo que mis compatriotas críticos me han contado— trabaja con algo que yo nunca antes me había pensado que se podría usar como ingrediente principal: azúcar. No, no es una pastelería, es un restaurante con muy buenas ideas y platos que parecen deliciosos a la vista, y que, no sabes exactamente cómo, siempre vas a notar tu paladar dulce con cualquier cosa que pruebes allí. El caso es que una empleada de este pequeño restaurante fue a pedir educadamente si la señorita Son podía bajar el volumen ya que los clientes encontraban la música demasiado fuerte para poder cenar en tranquilidad. No fue así, la señorita Son simplemente envió a tomar viento —y perdonen la expresión— a la empleada del otro restaurante, incluso subiendo más el volumen de la música. Me pareció una gran falta de respeto, por lo que no voy a volver a Máscaras de Luz en una larga temporada.

Una lástima”.

El periódico fue arrugado entre sus manos con tal grado de fuerza que incluso escuchó sus propios dedos crujir, mientras que en otra parte de la ciudad —prácticamente en la otra punta de Seúl— alguien acababa de despertar con un dolor de cabeza terrible. Todo le daba vueltas, incluidos sus ojos, los cuales tuvo que mantener cerrados un buen rato hasta que alcanzó el baño y se tiró de cabeza dentro de la bañera; no es que quisiera darse un golpe, pero lo hizo por su mala pata innata. Bae era así, como una especie de animal zombie que hasta que no lograba refrescarse un poco no servía para nada.

Recordaba la música estridente que se escuchaba a través de aquellas ventanas grandes y limpias pero llenas de luces de colores que salían como rayos espaciales, recordaba que su camarera más joven regresó con la cola entre sus piernas negando con la cabeza, disculpándose por no haber podido hacer nada, recordaba tantas cosas malas de la noche anterior que se sentía como si una apisonadora le hubiera aparcado encima mientras dormía. Esa sensación era peor que la resaca, pero definitivamente no se iba a quedar de brazos cruzados, no señor. Tenía unas ganas terribles de romperle la cara a la persona que la retó simplemente por haberle pedido que bajara la música, ¿era mucho pedir que lo hiciera por respecto a la otra gente?
La mermelada de naranja se paseaba como dunas del desierto sobre el pan recién tostado, caliente aún a los dedos de la mujer. El café humeante le hizo cerrar los ojos de nuevo, relajándose antes de tirarle el azúcar, dos cucharadas… bueno, cuatro, pero para ella eran solo dos, dos de muy grandes. Sus padres todavía se preguntaban cómo su cuerpo podía aguantar tales cantidades de azúcar, puesto que después de las tostadas con mermelada, venían otras dos con crema de cacao, y para terminar de hacer un desayuno redondo, se bebía una lata de Coca Cola. Bae no tomaba casi nunca leche, no le gustaba, a no ser que estuviera mezclada en algo, por lo que ella directamente pasaba a lo insano, a lo que no era bueno para la salud.

Su respuesta a todo eso era siempre la misma: “chicas extrañas las hay en todas partes, pero yo simplemente soy diferente y única, no rara”.

Durante los miércoles su restaurante permanecía cerrado por descanso del personal, ella siempre había creído que tener un día de fiesta a la semana era bueno para que el cuerpo pudiera destensarse, y muchas veces se encontraba a sus trabajadores paseando o en establecimientos como el cine, después de todo eran personas jóvenes con ganas de salir, o al menos eso le dijo uno de sus cocineros cuando se dio cuenta de que estaban hablando como dos viejos de sesenta años. Bae era una mujer diferente, única y anticuada, pero con tanto azúcar en las venas que era imposible no caerle bien a cualquiera, su dulzura era la clave.

  —¡Vuelve aquí Yoon!— Su cumpleaños había pasado hacía poco, y su primo le había regalado un cachorro de la pequeña camada que su perra tuvo. Era una mezcla entre labrador y pastor alemán, con unas orejas enormes y unas patas muy cortas, un peluche andante —¡espérame!— el cachorro ladraba feliz correteando por el parque sin la correa puesta, tropezando a cada segundo por la misma torpeza innata que tenía su dueña, pero sonriendo incluso con el hocico lleno de hierba y barro —Dios mío, mira cómo te has puesto— la mujer no pudo evitar sonreír.
            —¡Cuidado!— Antes de que esta pudiera alzar la cabeza para localizar de dónde provenía ese grito, una pelota de color rosa golpeó en su cara, de pleno, tirándola hacia atrás —¡oh no! ¿E-Está bien, se hizo daño?— una voz infantil se acercó a ella y la zarandeó ligeramente —¿sigue viva?—.
            —Más que viva, gracias—.
            —Lo siento mucho, de verdad— la joven se disculpó una y otra vez, haciendo una reverencia tras otra hasta que se cercioró de que la mujer no sangraba de ningún sitio —lancé la pelota con tanta mala pata que…—.
            —No te preocupes, a todos nos puede pasar— Bae sonrió, devolviéndole la pelota a la muchacha —toma, tu perro debe estar esperándote—.
            —De hecho es el perro de mi jefa, se lo paseo mientras ella duerme— confesó como si fueran amigas de toda la vida.
            —¿En serio? Debe de estar muy cansada—.
            —Es que ayer tuvimos una boda en el restaurante y…— un ladrido atrajo la atención de la jovencita y esta se arrodilló cuando el perro grande y peludo se sentó cerca de sus pies— este es el grandullón de la jefa—.
            —Así que una boda…— La mayor arqueó una ceja, formando una ligera sonrisa.
            —Fue mi primera boda trabajando en un restaurante, fue algo agotador y… ¡oh! ¿Puedo leerlo?— la muchacha señaló el periódico doblado que traía Bae bajo su brazo.
            —Por supuesto—.

El silencio se instaló entre las dos, roto solamente por los constantes jadeos de ambos perros que se olían y jugaban entre ellos. Bae se percató del rostro contraído de la joven y no pudo evitar preguntar, chinchando un poco ahora que estaba casi segura de que la misteriosa “jefa” era la misma mujer que le había enviado a tomar viento.

   —¿Va todo bien?—.
            —Esto no le va a gustar nada… creo que voy a morir—.
            —No seas exagerada, ¿cómo quieres morir por una mala crítica?—.
            —¡Usted no la conoce!—.
            —No pero por lo que dice en el periódico me lo puedo imaginar— sonrió con cierta malicia —malcarada, presumida, mandona, explotadora, desconfiada, criticona y muy orgullosa, ¿me equivoco?—.
            —P-Pues… no— los ladridos del perro grande hicieron que la joven diera un salto, siendo arrastrada por el animal del cual todavía tenía su correa atada alrededor de la muñeca —oh… b-buenos días jefa—.
            —Buenos días una mierda— la mayor tomó la correa de su perro y agarró el periódico que la rubia todavía tenía entre sus manos, arrugándolo y tirándolo a la cabeza de quien le había insultado de aquél modo —Yerim, estás despedida—.

6 comentarios:

  1. Pobre Yeri :cccc
    Primero la haces drogadicta y luego esto ok no XDDDDD
    Esta muy bueno el fic skdmslfmskfa
    Quiero leer el próximo capítulo :cccc
    Szkzkkfskfks
    Me mata esperar e.e
    Ajumma! Cada uno de tus fics es tan bueno, mis felicitaciones ♡

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  2. No, no, no, que ambos FanFics no tienen nada que ver eh.
    Queda poco para el segundo capítulo, pero antes quiero subir otras entradas, para que no quede todo muy apretujado de escritos y esto acabe siendo otro Blog donde solo los escritos cuentan.

    Gracias por comentar, se agradece~

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  3. Que buen comienzo
    Digno de ti ajumma
    Esto pinta muy bueno jeje
    Algo a si como del odio al amor eh?!
    Porfin podre comentar uno de tus fanfics
    Bueno al meno en la primera ves en uno de tus blog
    En Aff ya lo hise como fan tulla que soy jeje
    Lastima que no pude leerte mas en tu blog de las GG
    Tus entradas comentarios y pensamientos siempre me parecieron muy constructivos...
    Pero es otro tema xD
    Espero poder comentar el siguiente capitulo gracias por otra gran historia
    Besos y saludos
    Te quiero ajumma <3

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    1. Pero antes del amor habrá muchos cuchillos voladores y platos rotos, porque nada en la vida de alguien que se dedica a la restauración es fácil, te lo digo por experiencia (?)
      Espero poder ver algún otro comentario tuyo, gracias por tomarte tu tiempo en leer~

      PD: Lo del blog de Ayo GG! es un caso aparte, así que mejor no hablemos de él en comentarios sobre FanFics, si?

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  4. Le veo un toque humorístico que me va a gustar a lo largo de la historia. No sé, si la guerra ha empezado entre los dos locales, yo me voy a reír mucho(?) Yeri me da un poco de pena. Pero lo que me ha llamado mucho la atención es como has hecho que me meta de lleno en la historia y lo lea con muchísima rapidez. Me ha encantado, en serio.

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    1. Oyoyoy de eso se trata, de hacer reír a la gente~ Tengo muchas situaciones divertidas escritas (varias de ellas reales que me pasaron a mí en el trabajo) así que espero poder seguir haciéndote reír hasta el infinito y más allá <33

      Gracias por tu lindo comentario~

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